viernes, julio 04, 2008

príncipe de la nieve





Santuario de Altura Cerro el Plomo.
Región: Metropolitana
Lugar: Cerro El Plomo

El 1 de febrero de 1954, tres cateadores que buscaban una mina de plata en las montañas del Cerro El Plomo, de 5.430 metros de altura, en la cordillera de los Andes, frente a la ciudad de Santiago, encontraron un cuerpo congelado de un niño indígena de 8 años de edad, sacrificado por los incas. Se trataba del Capac cocha, que consistía en el sacrificio de hombres o mujeres de edad juvenil, para ofrecerlos al dios Sol -Inti-. El sacrificio se realizó hace aproximadamente 500 años, y contó con la presencia de sacerdotes y oficiantes, que subieron el cerro hasta la altura de los 5.200 m.s.n.m., al lugar denominado El Adoratorio.

Para el ceremonial el niño debía ser preparado adecuadamente, es por esto que su cuerpo fue cubierto con una túnica o unku de lana oscura con adornos de piel color blanco y ribeteada con flecos de lana roja y cubriendo su espalda con una manta o yakolla, sus pies fueron calzados con mocasines de cuero o hissku adornados con una cinta de lana bordada. Su rostro fue pintado de color rojo con franjas amarillo ocre, en tanto que su cabello fue peinado con trenzas en un número superior a las doscientas, sobre el peinado le colocaron un adorno llamado llautu, consistente en un cordón trenzado que da cinco vueltas alrededor de su cabeza y que bajando por debajo de la barbilla como un fiador, sostenía un adorno de plata laminada. Un tocado cefálico con flecos de lana destrenzada de color negro y coronado con un penacho de plumas de cóndor (Vultur gryphus) en la parte frontal, terminaba de engalanar al Niño, que en su antebrazo derecho, lucía un ancho brazalete de plata laminada. Adormecido mediante la ingesta de chicha o de alguna sustancia narcótica, el niño fue depositado en una cámara excavada en el piso congelado en el interior de una estructura con muros de piedra de aproximadamente 0.80m de alto. En el mismo recinto, conocido como 'El Enterratorio' ubicado a una altura de 5.400 m.s.n.m., se colocó la ofrenda, consistente en dos figuras de camélido, una de aleación de oro y plata y otra de concha de ostra espinuda o mullu (Spondylus); una bolsa de lana recubierta con plumas de parina (Phoenicopterus) que contenía hojas de coca (Erythroxylon cocaku); un conjunto de bolsas pequeñas de cuero que guardaban recortes de cabello, de uñas y dientes temporales del niño, así como hebras de lana roja; y una figura antropomorfa de plata, de sexo femenino, vestida con prendas textiles y coronada con un tocado cefálico de plumas rojas y amarillas.

Es interesante destacar que la indumentaria del niño, particularmente su calzado, el llautu, el brazalete, el adorno de plata y el tocado con las plumas de cóndor, sugiere que su origen se encontraría en el Collasuyo, provincia que comprendía la parte sur del Imperio, abarcando desde el altiplano boliviano hasta Chile.

En 1957, se entregaron estudios del cuerpo del niño y de las diversas piezas que componían el ajuar y a la ofrenda funeraria con que fue encontrado. En 1982 se le hicieron diversos estudios, verificándose en 1982, que el cuerpo no había recibido golpes ni heridas traumáticas, descartándose a la vez condiciones patológicas. Para su conservación, debió crearse una vitrina refrigerada que mantuviera características similares a las condiciones que tuvo en el cerro para mantenerse, es decir, se mantuvo una temperatura entre 0º y 5º C y a una humedad relativa de alrededor de 45%. El cuerpo se encuentra en el Museo Nacional de Historia Natural, siendo la pieza antropológica más valiosa del patrimonio resguardado por dicha institución. Su hallazgo es de gran importancia, debido a que el Santuario es el más austral del imperio Inca, y los vestigios que hay en él son de gran relevancia para la comprensión del cosmos y su relación con lo trascendente de aquella cultura. Es el resultado del culto a las montañas, elemento fundamental de la cosmovisión inca.






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